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Cultura

Leonardo da Vinci, el gran genio del Renacimiento

Por: Nicolás Perdomini - Fecha: 18/03/2020

Conocé cómo pasó los últimos años de su vida el artista italiano.

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A lo largo de toda la historia de la humanidad ha existido una larga lista de personas que levantaron suspiros en sus épocas y que siguen haciéndolo muchos años después, a través de la historia. Uno de los tantos es, sin ningún lugar a dudas, Leonardo da Vinci, considerado el gran genio del Renacimiento.

Nacido el 15 de abril de 1452 en Vinci (cerca de Florencia) se caracterizó por ser pintor, ingeniero, inventor, arquitecto y hasta escultor, siendo las tres primeras sus máximas virtudes que lo colocaron en la historia grande Italia y el mundo.

Diversos relatos cuentan que falleció el 2 de mayo de 1519 en Amboise, Francia, a los 67 años. Dicen que se despidió del mundo en su cama y en brazos del rey Francisco I, quien le tenía una gran admiración y ejerció como protector y mecenas en los últimos años de la vida del artista.

"Le atacó luego un paroxismo, presagio de la muerte, y el rey se acercó y le sostuvo la cabeza para ayudarlo y demostrarle su favor, así como para aliviar su malestar. Entonces el divino espíritu de Leonardo, reconociendo que no podía gozar de mayor honor, expiró en los brazos del rey”, remarca un fragmento del libro “Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos”, de Giorgio Vasari.

A fines del siglo XIV y a principios del siglo XV Italia vivió tiempos de inestabilidad económica y social debido en gran medida a las continuas invasiones de los franceses. En este contexto, Luis XII, en una de sus intentos por conquistar Milán, conoció la obra de Leonardo da Vinci y realizó un pedido claro y concreto a las autoridades invadidas: ‘quiero que sea mi pintor’.

Ante esta situación la República florentina presionó constantemente hasta que logró que da Vinci abandonara la batalla de Anghiari y se olvidara de Florencia. A partir de 1508 se puso al servicio de Luis XII como “Nostre paintre et ingénieur ordinaire” (nuestro pintor e ingeniero de plantilla).

Uno de los primeros trabajos del artista fue una Santa Ana con la Virgen y el Niño. Esta obra la había iniciado años atrás y antes de que la terminara el rey se la pidió. Luego le encargó la segunda versión de la Virgen de las rocas para reemplazar la pintura original. Esta obra hoy está en museos de Londres y París.

Tras varios años en Francia, da Vinci envejeció, se enfermó y retornó a Florencia, pero no por mucho tiempo.

El siguiente rey de Francia, Francisco I, retomó con las intenciones expansionistas en Italia y pidió por da Vinci, a quien confesaba admirar profundamente. A diferencia de su antecesor, Francisco I le pidió personalmente al pintor que fuera con él y este accedió, debido principalmente a los malos tratos que recibía en su país, situación opuesta a lo que ocurría con los franceses.

Francisco I siempre trató con suma bondad y amistad a Leonardo da Vinci. Incluso, cuentan, le pagaba grandes sumas sin obligarlo a realizarle ningún tipo de arte. Quería que fluya de él.

Hacia abril de 1519 el destino de la vida de Da Vinci estaba marcado y es por eso que comenzó a realizar su testamento. Dispuso su sepultura en la iglesia de Sanint-Florentin de Amboise, estableció que sesenta pobres a los que se le pagaría por ello llevaran sus velones y expresó que en su memoria se debían decir tres misas mayores y treinta menores.

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