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Cultura

Más online, menos escaparate: El artesano Bartolucci cierra su mítica primera tienda

Por: Marcos Lopez Beltritti - Fecha: 03/03/2020

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En 1990, Francesco Bartolucci, un artesano de la madera decidió comenzar la aventura: abrió su propia tienda, en Urbino. Sin saberlo, este hombre estaba creando una empresa que sería parte del orgullo de los italianos.

Hoy Bartolucci es un imperio de la madera: tiene 150 puntos de venta en el país y en otras naciones como Alemania, Austria, España, Lituania, Holanda, Malta e incluso Emiratos Árabes Unidos y Corea del Sur. Es un verdadero símbolo de la artesanía italiana.

El sueño de Bartolucci comenzó con el que hoy es su producto insignia: Pinocho. El querido personaje creado por Carlo Collodi fue la primera de sus creaciones, e incluso algunas de sus tiendas llevan el nombre de ese muñeco que creara el carpitero Geppetto. Un colega de Francesco.

Sin embargo, desde Enero parte de la tradición cambia de forma: Francesco decidió cerrar aquel primer punto de venta, con el que empezó todo. Mariagrazia Stocchi, administradora delegada de la empresa y esposa de Francesco, indica que sienten “un dolor inmenso”, pero que ya no se daban “las condiciones económicas” para mantener abierta la mítica tienda.

Ese punto es clave para este cambio. En una entrevista con el periódico local Il Ducato, Stocchi sostuvo que el costo de un negocio físico es muy elevado. Por ese motivo, vienen potenciando sus ventas online, que les permiten llegar a todo el país y a todo el mundo. Aunque para un artesano es clave que se puedan ver y tocar sus productos, “un negocio también debe dar ganancias”.

Esta es una tendencia que crece cada vez más en Italia y en todo el mundo. La venta de productos por internet permite ampliar mercados, reducir costos y garantizar otra forma de venta diferente a la tradicional. Los compradores pueden adquirir los productos en cualquier horario y retirarlo o recibirlo de las formas más diversas. Y ahora, llega hasta a un sector tan tradicional como la artesanía en madera.

Su compañía es la única autorizada a reproducir el aspecto que tuvo Pinocho en la película de Luigi Comencini, en 1972. Más tarde, en 2005, la RAI los contrató para una ficción y recibieron una distinción de la Fundación Collodi por la difusión de la creación del florentino en todo el mundo.

Pero la empresa creció. Aunque Pinocho se mantiene como una tradición casi sagrada, Bartolucci hoy vende una multitud de productos en madera, como relojes, estatuas, muñecos, lámparas, portarretratos, libros, carteles y juguetes de diverso tipo. Todo orientado al mundo de fantasías de los más chicos.

Todo, aún hoy, hecho a mano. Claro que, para realizar los 700.000 artículos que hacen año a año, Francesco hoy cuenta con ayuda en su taller en Montecalvo in Foglia, a 15 kilómetros de Urbino. La empresa tiene decenas de empleados, pero no pierde su tradición.

Además de Mariagrazia, Bartolucci parece encaminado a tener otra generación familiar: los hijos del matrimonio, María y Giovanni, a cargo del marketing y de las nuevas producciones, respectivamente, también están en la empresa. Ellos parecen decididos a continuar una tradición que Francesco heredó de sus padres y abuelos y que hoy es parte de la identidad italiana.

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