Cultura
Por: Marcos Lopez Beltritti - Fecha: 29/11/2019
La ciudad de Roma tiene una gran cantidad de restos de su pasado. El Coliseo o el Panteón son, quizás, los más conocidos y espectaculares para acercarse al legado imperial de la Ciudad Eterna. Pero las transformaciones urbanas a lo largo de 2.000 años hicieron que sólo queden algunas piezas del pasado clásico de la ciudad.
Pompeya es la ciudad romana más reconocida por su conservación. Sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79, no fue hallada hasta que comenzaron las excavaciones en 1748, y hoy es una de las mayores atracciones del sur de Italia. A 23 kilómetros de Nápoles, este Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, recibe alrededor de 3 millones de visitantes al año.
Sin embargo, a sólo 24 kilómetros de Roma, hay una “hermana menor” de Pompeya. Se trata de Ostia Antica, uno de los puertos de la capital del Imperio. No son sólo de algunos edificios conservados: toda la traza urbana de la ciudad se mantiene como en la Edad Antigua.
La mayor parte de sus edificios son de los primeros siglos de nuestra Era, cuando emperadores como Augusto, Tiberio, Claudio o Trajano transformaron un fuerte militar en el principal puerto que traía mercancías de todo el mundo conocido. Y por supuesto crearon una verdadera urbs romana, en la que llegaron a vivir 50.000 personas.
Probablemente el edificio más atractivo sea el Teatro, que está sobre el Decumanus Maximus, la calle principal y hoy vía de acceso. Este edificio es de los que está mejor conservados, e incluso se utiliza frecuentemente para espectáculos artísticos. Se puede subir a las gradas, que aún hoy están habilitadas para recibir al público.
Las 34 hectáreas de la ciudad y cientos de edificios están abiertos al público en su totalidad. El Capitolium, por ejemplo, es el centro de su Foro. Los templos, romanos pero también de cultos orientales como el judaísmo y el cristianismo, muestran los cambios que atravesó la ciudad.
Pero también se conservan edificios comerciales y sociales. Llaman la atención las tabernas y tiendas, como también las estatuas y los mosaicos con naves o escenas de la vida cotidiana en muchos edificios.
También destacan unos 70 emplazamientos del Piazzalle delle Corporazioni, con sus mosaicos que indican la ocupación de cada uno. Así como las pinturas en lo que fue un hotel-restaurant, o los frescos ubicados en las casas que se conservan y se visitan en días y horarios específicos.
La ciudad fue abandonada hacia el Siglo IX y fue saqueada en numerosas oportunidades para reutilizar sus materiales: muchos de los mármoles de la Roma barroca fueron llevados desde Ostia. Sin embargo, la pérdida de su población fue lo que permitió que, parcialmente enterrada, se conservara en buen estado hasta nuestros días.
Para llegar a estas ruinas, puede accederse fácilmente en auto a través de la Autopista de Circunvalación de Roma. También tiene su propia estación del tren, en la línea a Lido di Ostia que parte de la estación Piramide. En el lugar, además de las ruinas y su Museo, hay un restaurante e instalaciones para los visitantes.