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Cultura

Rafael Sanzio, un símbolo del Cinquecento

Por: Juan Ignacio Glade - Fecha: 23/03/2020

Históricamente la República Italiana se ha caracterizado por ser cuna de los más grandes artistas de todos los tiempos, y especialmente de aquellos que se dedicaron a una de las artes visuales que más han perdurado en el tiempo y la historia de la humanidad: La pintura.

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Históricamente la República Italiana se ha caracterizado por ser cuna de los más grandes artistas de todos los tiempos, y especialmente de aquellos que se dedicaron a una de las artes visuales que más han perdurado en el tiempo y la historia de la humanidad: La pintura.

De Norte a Sur, desde Leonardo Da Vinci hasta Miguel Ángel, pasando por Tiziano, Caravaggio, Masaccio Tomasso, Botticelli, Andrea Del Verrocchio y Tintoretto entre otros, todos han sido parte fundamental del Renacimiento, movimiento cultural que ofició como puente entre la Edad Media y la Edad Moderna, y que tuvo su epicentro en Florencia, Italia.

Fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que dieron pie a una nueva concepción del mundo y el hombre, el Renacimiento trajo consigo una gran transformación cultural, que incluyó a las ciencias, las letras, el pensamiento y desde ya, el arte. Fue en este ámbito que el nuevo movimiento se volvió fundamental, dando al artista un nuevo estatus, una valoración que nunca antes se le había dado. Quienes se dedicaban a actividades estético-comunicativas, considerados hasta ese momento como simples artesanos, pasaron a ser valorados como intelectuales, y sus obras dejaron de ser evaluadas por su utilidad para ser analizadas desde la belleza y su significado ideológico.

Dentro del Renacimiento encontramos a Rafael Sanzio como uno de los más grandes exponentes de este nuevo movimiento cultural, y junto a Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel, un pilar fundamental del Cinquecento, periodo nombrado de esta forma por ser representativo del Siglo XVI.

Sanzio, o Rafael, como se lo conoce popularmente, nació en Urbino el 6 de abril de 1483, en el seno de una familia con un fuerte vínculo con el arte. Su padre, Giovanni Santi, era pintor y humanista, y durante los primeros años de vida de su hijo, y hasta el momento de su muerte, lo introdujo en las ideas filosóficas de la época y le transmitió su pasión por la pintura.

Es por esto que Rafael comenzó desde muy joven a trabajar como artista independiente, y tras la muerte de sus padres, previo a su mayoría de edad, es enviado a Perugia a formarse con quien sería su maestro, Pietro Vannucci 'Perugino'. Con él terminó de perfeccionar sus técnicas de pintura y bocetaje, y tras pocos meses de aprendizaje fue autorizado a colaborar con varias de las obras de su mentor, como fue el caso de la Coronación de la Virgen (1502).

Poco después, apenas algunos años transcurridos de su mayoría de edad, Rafael decide viajar a Florencia, donde da inicio a un estilo de pintura que con el tiempo se convertiría en representantivo de su arte: Las Madonnas, nombradas de esta manera por ser un término utilizado en Italia durante finales de la Edad Media para referirse a mujeres nobles o que por algún motivo se destacaban por sobre las demás, y que tiempo después sería adoptado por el cristianismo para referirse a las representaciones de la Virgen María.

Entre las Madonnas más importantes de Rafael se encuentran la Madona del Gran Duque y Madona Terranova (1505), Madona de los Ansidei y Virgen del prado (1506) y la Madona Sixtina (1513). Tal era la popularidad del arte de Sanzio que no resultaba extraño que el urbinati recibiera a diario encargos artísticos, pero muchos de ellos debieron ser terminados por otros pintores cuando en 1508 fue convocado por el arquitecto Bramante, que tiempo atrás había sido nombrado como Arquitecto Pontificio por el Papa Julio II, para decorar, junto a otros artistas, las viviendas papales.

En Roma trabajó, entre 1508 y 1520, en la decoración de las Stanze di Raffaello, cuatro habitaciones ubicadas en el segundo piso del Palacio Apostólico que fueron decoradas por su pincel bajo decisión papal, y donde Sanzio dio vida a históricos frescos tales como la Escuela de Atenas (1509-1510); La Disputa del Santísimo Sacramento (circa 1509); La Misa de Bolsena (1512-1514) y La Justificación de León III (1516-1517). La continuidad de muchas de las obras, que tuvieron su culminación total en 1524, debió ser realizada por sus discipulos, puesto que en 1520, el mismo día de su cumpleaños y mientras se encontraba trabajando en la Transfiguración, falleció tras varios días de una fuerte fiebre producto del contagio de enfermedades de transmición sexual.

Pese a su temprana muerte hoy, a 500 años de su deceso, Rafael sigue siendo considerado como uno de los más grandes pintores de todos los tiempos, y una pieza fundamental en la expansión del Renacimiento italiano.

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