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Por: Silvia Pardo - Fecha: 19/12/2019
A esta se suma la retención de líquidos, el jet lag y otros malestares que se pueden prevenir con sencillas recomendaciones que nos permitirán llegar perfectos a destino.
Viajar produce siempre un gran impacto, tanto en nuestro cuerpo como en nuestra mente. Conocer nuevos paisajes, amigos, culturas, religiones es una experiencia que mejora nuestro cerebro: favorece la flexibilidad de ideas, desarrolla el pensamiento lateral y la creatividad.
Pero viajar también se siente en el cuerpo. Más allá de exponernos a nuevas costumbres, comidas, y climas en el lugar de destino, atravesar los océanos en avión tiene sus efectos, que van desde los malestares propios del vuelo hasta el llamado jet lag.
Los científicos comparan seis u ocho horas de un vuelo en avión con una expedición al Desierto del Sahara, por la gran deshidratación que provoca en nuestro cuerpo. La presurización de la cabina genera un microambiente con baja humedad, alta concentración de anhídrido carbónico y alta presión. Esta combinación de factores provoca sequedad de la piel y mucosas, dolores de cabeza, hinchazón y cansancio, entre otros efectos.
Debido a que la cabina del avión es uno de los ambientes más secos que existen (la humedad está a casi un 30% por debajo del porcentaje normal), la piel se vuelve tirante, se marcan las líneas de expresión, los labios se resecan y hasta el pelo tiene frizz y se vuelve más rebelde.
Por otro lado, otros de los efectos del vuelo son los edemas en los miembros inferiores, se hinchan los pies y los zapatos comienzan a apretar. Esto ocurre porque al estar tantas horas sentados, sin movernos, la circulación sanguínea se enlentece, aumenta la retención de líquidos y se produce la hinchazón en las piernas.
Otro de los problemas frecuentes es el jet lag, o sea, el desfase horario producido por el viaje en avión cuando volamos a lugares con más de dos husos horarios de diferencia. Algunos de sus síntomas se advierten cuando llegamos a destino. Sentimos somnolencia diurna, insomnio, problemas para concentrarse, falta de energía y de apetito, problemas gastrointestinales y cambios de humor.
Sin un tratamiento específico, el reloj circadiano de nuestro cuerpo se ajustará a la hora de destino aproximadamente en una zona horaria por día, para viajes al este, y 1.5 zonas horarias por día para viajes al oeste. La melatonina puede ayudar a ajustar el “reloj” corporal.
Por otra parte, es conveniente que los ancianos o quienes tengan enfermedades preexistentes (epoc, asma, etc.) consulten con su médico de cabecera antes de volar, para prevenir cualquier complicación.
Consejos para minimizar incomodidades y disfrutar el viaje a pleno.